Concurso Transnacional Antinarcotico por Internet "Maya". Videos, fotos, carteles, dibujos contra la narcomanía y el alcoholismo

Comenzé a escribir sobre mi primer encuentro con mi media naranja. Parece que la historia tiene momentos hermosos y hay cosas buenas para recordar, pero después de haber acabado de escribir una página, me puse a recordar y pensar en eso, y todo se puso turbio. Quizá como resultado de la depresión. No sé.

¡Qué hombre más inteligente e ingenioso era!... Despues de hablar conmigo solo dos veces, él, como un psicólogo brillante adivinó como yo era, y además con mucha zaga, aunque cuando le vi por primera vez siempre traté de ser ocultarme tras un velo nublado y misterioso. Entonces, ya viviendo con él, nunca he dejado de admirar su ingenio y perspicacia por la forma en que puede manipular a la gente para sus propios fines. Sin embargo, el propósito y los ideales que tenía eran - yo y mi vientre, tener mucho dinero, comer abundante, no “sobretrabajar”, vivir a costa de los demás.

Encontrándose con la persona deseada, él no decía nada acerca del propósito de su visita, pero esa persona hacía todo lo que mí marido quiería, como si hubiera sido hipnotizado. Y estos no fueron casos aislados –nunca fallaba. También yo fui fue manipulada, y me tomó años para ver la luz, pero ya erá muy tarde para romper con él, ya sabíamos demasiado uno del otro. Estuvimos siempre juntos por muchos años. Claro que con excepciones, sólo cuando nos separaba el muro de la carcel.* Al fin, en la lucha por la vida el pupilo superó a su maestro. Y eso da miedo. He perdido toda ilusión, dejé de confiar en la gente, llegué a sentir desprecio por el mundo. Lo único que amaba en mi vida, era el opio. Y mi marido fue lo suficientemente sabio como para no interponerse entre mí y el veneno. Sabía perfectamente bien que entre él y el opio, yo no dudaría en elegir la droga. Así que, cuando nos quedaba poco del veneno, me lo daba a mí. No me decía nada, pero en su corazón el odiaba y estaba celoso de la droga, pero no podía hacer nada.

10 años yo lo amé lo admiré, incluso conociéndolo como la palma de mi mano. Yo vivía hipnotizada por él y pensaba tal y como lo quería él. Toda mi vida hasta el nacimiento de mi hijo, para mí todo estaba centrado en una sola persona: el amor, la admiración y el odio. Y no me arrepiento de nada. Es simplemente la vida. Subidas y bajadas... Parece que Dios quiso enviarme todas las pruebas que cayeron sobre mis hombros, para darme una buena lección. Pero Dios también vio que en algún lugar dentro de mí había una luz, y que había posibilidades de que la hora llegara y me arrepintiera de los pecados terribles que me acompañaron durante tantos años. Y si esto no fuera así, ya me hubiera muerto, no sólo moralmente , sino también físicamente. ¡Sea su voluntad!