17.08.2012
Un profesor de edad media en la ciudad japonesa de Kobe, que tiene a sus espaldas 30 años de experiencia de trabajo académico, estaba a punto de morir por una sobredosis de drogas. Ya en el hospital, recuperado el confesó a los médicos que tomó una gran dosis de estimulantes para aliviar la fatiga en un horario de trabajo complejo.
Resulta que el maestro tomó los estimulantes en la noche, pero no la evaluó la dosis, así que por la mañana se sintió tan mal que tuvo que llamar a la ambulancia. Por su propia confesión durante los últimos seis meses el había comprado los estimulantes ilegales, a sabiendas de toda la responsabilidad.
Representantes de la Junta de Educación del Japón lamentaron que el profesor que está obligado a dar un ejemplo a seguir, resulta ser un adicto a las drogas.