Es por todos sabido que en algún momento de su vida el drogadicto intenta dejar el consumo de drogas y el ambiente en que se encuentra inmerso. La droga ya no significa para él un sinónimo de felicidad sino que únicamente se vuelve un estado de necesidad para aliviar el dolor.
El deseo de poder dejar de consumir es casi siempre un deseo frustrado ya que la persona no puede intuir siquiera como dejar de drogarse. Pero sobre todo esta curación fracasa cuando la respuesta terapéutica que se ofrece al adicto no es la adecuada, sino que solo lo aisla del mundo y le exige de una voluntad que la persona carece.
No es verdad que los drogadictos no quieran curarse, lo que pasa es que puede dejar la droga de un día para el otro. Para poder hacerlo necesitan de asistencia y tratamiento por más que al final no logren curarse.
Es cierto que los tratamientos convencionales de la medicina, la psiquiatría, la psicología e incluso la psicoterapia son insuficientes pero esto se debe a que estos tratamientos plantean como objetivo prioritario que la persona suprima totalmente la droga sin que previamente el paciente tenga otra alternativa de vida o nuevos vínculos sociales.
Una de las alternativas planteadas a esto es que las personas que consuman heroína pasen a consumir una dosis controlada y mínima de metadona bajo observación médica. El objetivo es evitar todo o casi todo uso de heroína para que a largo plazo la persona pueda abandonar esta droga completamente.
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