Concurso Transnacional Antinarcotico por Internet "Maya". Videos, fotos, carteles, dibujos contra la narcomanía y el alcoholismo

 Mi camino

Autor:   Admin

Pais::   Estados Unidos

Fecha de adición: 28.06.2012

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Yo soñaba con ser como mis amigos, en particular como algunos chicos de mi grupo, que solían ocupar los asientos traseros en la escuela. Siempre tenian el privilegio de no ser interrogados sobre las tareas de hacer en casa, no les llamaban siquiera a la pizarra, y se ausentaban cuanto querían. Precisamente de ellos yo conocí sobre la euforia narcótica y decidí que eso me haría libre y me parecería aunque fuera en algo a ellos.

 Cuando llegaba a los 14 las amonestaciones de mis padres ya me habían aborrecido y decidí escapar de casa. Al mes, sin contar con ellos ingresé en una escuela técnica, mas tarde les hice saber que iba a vivir a mi cuenta. 

Dí un ávido suspiro de libertad.. y ya no me pude detener....Las borracheras, los cigarrillos, las amistades. El comportamiento me llevó a que fuí violada. Luego comencea flirtear con todos los hombres y a vengarme de ellos. Una vez mi “novio” aparente me invito a fumar en su compañia. Me dijo que se trataba de un narcótico y yo con alegría decidí probar, sin darme cuenta en qué eso terminaría. Después fumar la yerba se convirtió para nosotros en algo habitual, ya que la fumaban por doquier. Los deseos de inyectarme me atacaban con más frecuencia. Casi que enloquecí. Temblaba de los deseos de experimentarlo cuando ví en una ocasión como se inyectaban una dosis. 

Y es así que una vez, un vendedor de yerba me invitó a inyectarme. Por supuesto, yo asintí. El goce me hizo sentirme en un mundo de otros colores. Y saber que yo, tonta pensaba que lo probaría solo una vez. ¡Qué equivocada yo estaba!...

 Luego fue peor. Para obtener mi dosis comence a vender marihuana. Mis padres al enterarse me llevaron a acasa, pero no duró mucho. Volví a escapar. ¡Por cuántos tratamientos no pasé! Claro que tampoco tenia la intención de dejar el consumo de drogas. Me gustaba el estilo de vida que llevaba. Mis amigos a veces me advertían “te convertirás en una drogadicta hasta que un día revientes junto a la valla”. Pero yo pensaba de otra manera. 

Pronto el dinero ya no alcanzaba. Me dediqué a robar y a prestar servicios íntimos. Preparaba en el apartamento mi narcótico casero, que despedía un tufo terrible por todo el porche. Cuando en mi apartamento irrumpieron con fuerza otros drogadictos, los vecinos supieron al fin dónde vivía el narcómano de la vecindad.

 Después de un año y medio veía cosas raras. De pequeños orificios en el apartamento salían arrastrándose escarabajos estraños. Los amigos me decían algo y yo entendían como que me querían matar.  Mis padres supieron que yo estaba perdiendo la razón. Para mi bien ellos decidieron emigrar, donde yo encontre un nuevo amigo, drogadicto rehabilitado. Me asombraban sus historias, pues no comprendía cómo sería posible resistir aunque fuese un solo día. Lo más importante es que me alentó a reconocer mi debilidad y pedir ayuda. Yo seguí su consejo. 

Me he casado y vivo feliz. He parido un hijo. Estoy muy agradecida de esa persona que me ayudó a tomar el camino de la verdad.

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