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«Mi hijo se suicidó por una esquizofrenia inducida por las drogas»

«Mi hijo se suicidó por una esquizofrenia inducida por las drogas»

Autor:   Admin

Pais::   Estados Unidos

Fecha de adición: 21.02.2012

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María Ángeles Arbaizagoitia Presidenta de la Federación vasca de Familiares y Afectados

 

 

María Ángeles Arbaizagoitia ha aprendido a vivir con el dolor provocado por la muerte de su hijo Txomin. Padecía esquizofrenia paranoide y se quitó la vida. Su madre se involucró en la ayuda a las familias que padecen este problema y hoy preside la Federación de Euskadi de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (Fedeafes).

- ¿Cuál es el impacto de tener en la familia a una persona afectada por una enfermedad mental?

- Mi chaval comenzó con delirios. La enfermedad se le desencadenó con 18 años. Para estos enfermos, los delirios son una realidad. Yo le intentaba convencer a Txomin de que se estaba imaginando fantasías, pero no valía de nada. Me asustaba, ves que el chaval se ha trastornado, padece una psicosis... Toda la familia se descompensa.

- A partir de ese momento, comienza un periplo por especialistas, búsqueda de ayuda...

- Así es. Mi experiencia arranca hace veintidós años. Mi marido no se lo creía, pensaba que la trastornada era yo. Comenzamos a ir a médicos, pero Txomin se resistía, decía que la que estaba mal era yo. Entramos en un periodo de rifirrafes. Llevarle al psiquiatra fue casi imposible. Cuando lo conseguimos, le diagnosticó su enfermedad.

- Supongo que ahí empezó otra lucha.

- En efecto, no quería tomar el tratamiento. Estos enfermos se niegan, no son conscientes de que tienen una enfermedad. Para ellos, los delirios son su realidad. Oyen voces que les hablan interiormente y les indican que hagan cosas... Es importante que el diagnóstico se efectúe lo antes posible, pero a veces se niegan rotundamente. Este fue el caso de mi hijo. Le ingresábamos, a veces con ayuda de la Policía, porque los delirios le llevaban a delinquir. En otras ocasiones, los delirios le llevaban a encerrarse en casa, creía que le iban a atacar.

- ¿Los conflictos, por tanto, son constantes?

- La lucha es permanente. Hay que tener en cuenta que si abandonan el tratamiento una semana, pueden tardar un año en recuperar la estabilidad.

- ¿Se encontraron solos a la hora de afrontar el problema?

- En aquellos tiempos, totalmente. Los médicos tampoco prestaron el apoyo necesario. Cuando llegábamos a la puerta del hospital, si mi hijo no quería ingresar, no le admitían. Se comprometía delante del médico a seguir el tratamiento en casa, pero en cuanto llegábamos me decía que lo tomara yo.

- ¿Cuál fue el desencadenante de la enfermedad de Txomin?

- Las drogas y el alcohol. Especialmente el 'speed', el 'pastilleo'. Hay que parar este consumo. En el caso de mi hijo, el problema arrancó de ahí. No nos dimos cuenta de lo que pasaba, pero creo que se inició en el instituto, cuando comenzó a salir con sus amigos... Al poco tiempo ocuparon una casa abandonada, donde tocaban música. Yo creía que tomaba sólo alcohol, pero con el tiempo nos dimos cuenta de que había algo más. Para cuando intentamos pararlo, era tarde.

- ¿El consumo de drogas, complicó el tratamiento?

- Sí. Provoca muchos abandonos.

- ¿Qué recomendaría a las familias afectadas por este problema?

- La situación ha mejorado respecto a la que me encontré yo hace veintidós años. Les diría que acuden a los especialistas y, también, a las asociaciones de familiares existentes en cada territorio. Se encontrarán con personas que han pasado por su misma situación y su experiencia les ayudará.

 

 

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